Seguramente es la parte más desconocida de la osteopatía. Sin embargo, constituye una herramienta muy poderosa para el tratamiento de los problemas digestivos y otros. Para entenderlo hace falta situar las vísceras dentro del organismo. Se puede pensar que las vísceras “flotan” dentro de nuestra cavidad abdominal pero no es así. Todas las vísceras están fijadas o bien entre sí o bien ancladas a estructuras fijas que les dan estabilidad. Estas estructuras y fijaciones empiezan a formarse durante el periodo embrionario y experimentan transformaciones a lo largo del proceso de gestación del feto.
El resultado es un sistema suspensorio que está formado por una aponeurosis, fascias, vasos y músculos. No obstante, para que haya un buen funcionamiento de estas estructuras, es necesario que tengan capacidad de movimiento puesto que buena parte de su función (fisiología) depende de esta movilidad y motricidad. La movilidad es el punto donde el osteópata podrá intervenir. Muchos problemas digestivos y viscerales en general son por falta de movimiento y tensión en la víscera por diferentes motivos: inflamación (hepatitis, gastritis), ptosis, infección…etc. El osteópata detecta la falta de movimiento en las vísceras y trabaja sobre los anclajes de esta para restaurarlo. Un ejemplo es el trabajo sobre todas las partes del colon (intestino grueso) y sus fascias que lo unen a la pared posterior en el tratamiento de estreñimiento y colon irritable.
Igualmente hace falta saber que la cavidad abdominal tiene una presión positiva y la cavidad torácica tiene una presión negativa. El musculo diafragma separa estas dos cavidades y controla esta diferencia de presión, por eso es muy importante su buen funcionamiento para el sistema digestivo. Cuando la diferencia de presiones quede alterada se producen las condiciones adecuadas para la aparición de patologías como por ejemplo la hernia de hiatos o el reflujo esofágico. El osteópata ayudándose de sus manos, trabaja sobre todas estas estructuras con el fin de normalizarlas.
Por último, es necesario mencionar la conexión neurológica que existe entre las vísceras y la columna vertebral. Desde el primer segmento medular dorsal hasta el segundo segmento lumbar encontramos los centros nerviosos que controlan gran parte de la función digestiva, el Sistema Nervioso Simpático, forma parte del sistema nervioso autónomo y regula aquellas funciones que no controlamos voluntariamente. Por ejemplo, es responsable de las contracciones del estómago o de la secreción de bilis por parte de la vesícula. Esta conexión puede establecer unos circuitos patológicos que trabajamos mucho en osteopatía, los reflejos somato-viscerales y víscero-somáticos. Son las vías mediante las cuales un problema vertebral puede repercutir en un problema visceral y viceversa. De esta manera una úlcera gastro-duodenal de larga duración puede en la columna dorsal con un dolor referido y una lumbalgia crónica puede dar problemas de estreñimiento.
El osteópata utiliza toda una serie de test exploratorios para averiguar cuál es el origen (lesión primaria) y qué la consecuencia (lesión secundaria) y elige la técnica más apropiada para tratarlo.
A parte de los problemas digestivos la osteopatía visceral también trabaja en el campo de la ginecología y obstetricia donde hace tiempo que está demostrando su eficacia. Del mismo modo que los órganos del sistema digestivo, los órganos ginecológicos cómo pej. el útero o los ovarios tienen fuertes inserciones que teniendo tensión puede interferir en su función. También los desórdenes ginecológicos producidos por desequilibrios en la musculatura del suelo pélvico como por ejemplo vaginismos o incontinencias son frecuentes. Igualmente usamos en conjunto técnicas cráneo-sacras y otros para tener un efecto directo sobre el ciclo hormonal.
Una buena mecánica de la pelvis acontece fundamental en el proceso del parto y en el de la gestación puesto que a menudo pueden producirse problemas posteriores. Por lo que la osteopatía trabaja también a nivel pre y pos parto, así como en el embarazo.